dimarts, 9 de gener del 2007

¿De qué nos hablan los números?

Columna publicada a Expansión


Este verano volví a la India después de diez años. En este tiempo, me había construído una imagen de la situación del país forjada a base de titulares: el gigante emergente, la India como nueva potencia mundial, una de las economias que mejor funcionan….Y hallé un país que no se diferenciaba en nada al de hace una década, un país que destila pobreza allá donde mires, un país al que le faltan décadas para poder empezar a llamarse desarrollado.

Vaya por adelantado que no estoy hablando de un conocimiento riguroso de la situación del país, vaya por adelantado que la situación real de la India en estos diez años está más que documentada, pero la reflexión que me inspiró mi viaje es la siguiente: cuando se habla, en téminos de información general, de la buena marcha de un país se utilizan datos macro como el crecimiento del PIB (para la India, un crecimiento espectacular con una media del 7% en esta última década) que distan mucho de ser un reflejo fiel de la situación. ¿No tendríamos que hacer un esfuerzo colectivo, desde los medios de comunicación por ejemplo, para acompañar estos datos de otro tipo de indicadores? La esperanza de vida, que en la India es de 63 años, la proporción de población que vive por debajo de la linia de pobreza, de un 30%, la media de edad, que se situa en 25 años, el índice de analfabetismo, de un 40%, o la tasa de suicidios en las zonas rurales que ha aumentado de 15 entre 100.000 en 1995 a 57 entre 100.000 en 2004. Y sobretodo, el PIB per cápita, que ha aumentado al menos dos puntos por debajo del PIB global. ¿No son estos indicadores un reflejo igual de in-fiel de la situación que vive el páis? ¿No tenemos un sesgo en términos informativos que acaba perjundicando la percepción y por ende el débate público?

Es una obviedad afirmar que una economía, y un país, es mucho más que la suma de sus estadísticas. Pero justamente por ello debemos hacer un esfuerzo de rigor en la presentación y en la interpretación de las mismas.

Haciendo un salto conceptual y geográfico importante, un poco lo mismo sucede en España. Ya no tanto por la sospecha que el último dato de crecimiento del PIB, del 3.8%, seguramente no se traduce en un crecimiento per cápita de la misma magnitud ni en un aumento del nivel de vida de sus ciudadanos, sinó también por como se concibe la contabilidad nacional. En un interesante artículo (Putting the Horse in Front of the Cart:Towards a Social Model for Mid-Century Europe) Gosta Esping-Andersen aboga por reformar las prácticas contables hacia un modelo de contabilidad dinámica que permita no sólo tener en cuenta los efectos secundarios y las externalidades de una política determinada, sinó sobretodo considerar parte del gasto social como inversión (y por tanto, con rendimientos futuros). Dicho de otro modo, encaminarnos hacia una contabilidad del Estado de Bienestar que separe las cuentas corrientes de las de capital, como hace cualquier empresa. Sino no se de que estamos hablando cuando decimos, y lo decimos todos, que la educación es la mejor inversión social.

Sólo una reflexión colectiva sobre cómo hacemos los números, sobre qué numeros priorizamos y sobre cómo los interpretamos podrá llevarnos a recuperar lo que hoy estamos perdiendo: que los números nos hablen con cierta propiedad.