dimarts, 9 de gener del 2007

El poder en España

Columna publicada a Expansión


A mi amigo M le suspendieron el proyecto de final de carrera de arquitectura porqué presentó un cine inclinado y el catedrático en cuestión le espetó: todos los cines son planos. Estás suspendido. Así sin más. Fue inútil que M le dijera que no, que existen en Barcelona muchísimos cines inclinados y que de hecho responden mejor a la normativa de seguridad. Por no hablar de lo mucho mejor que se ve la película.

Lo más extraño fue que mientras M explicaba su aventura, una aventura que le supondrá tirar un año de su vida a la basura, la gente que estábamos a su alrededor asentía, compungida, con una sabiduría como antigua, adquirida a pesar de tener veintitantos: las cosas funcionan así. Ya se sabe.

Al cabo de dos días estuvimos cenando con una pareja que vive y trabaja bastantes kilómetros al norte de los Pirineos. Nos mirábamos anonadados mientras contaban como sus jefes no sólo les daban cancha cuando hacían algo bien, sino que se sentaban con ellos a ver como podían mejorar lo que habían hecho mal.

Ante esta dicotomía cultural no es difícil adivinar las distintas expectativas respecto al futuro. Unos, serenos, sabían que ‘llegarían’ dónde se merecieran. La tranquilidad de saber que cada cosa está en su lugar. Los otros, ya se sabe: tantas barreras amargan. Con una sonrisa torcida sabían que el tiempo era el único factor que juega a su favor, y que acabarían llegando porqué sí; porqué así lo manda el ciclo vital. Pero que una vez ahí harían lo mismo ‘no voy yo a ser el imbécil que no se aproveche’.

Hasta aquí el episodio personal.

Si nos fijamos en las estadísticas de satisfacción laboral en España observamos que están positivamente correlacionadas con la edad. A más joven, menos satisfecho.

A nivel Europeo, la primera encuesta comparativa realizada en 2003[1] muestra como la satisfacción en España está por debajo de la media. Además, estudios econométricos[2] señalan como todavía permanecen efectos fijos de país de gran magnitud, tanto en el análisis de la satisfacción en el trabajo, como en el de sus características. Ceteris paribus, los empleados austriacos, daneses e irlandeses declaran un nivel de satisfacción sustancialmente mayor en todos los ámbitos que los empleados de los países mediterráneos.

La conclusión es la siguiente: parece que en España el poder se utiliza en negativo. Te limito, ergo tengo poder. Y lo que es casi peor, se apuesta por la sumisión en lugar de por la autonomía. Prefiero trabajar con alguien inofensivo que con alguien bueno.

En un país como España, que aspira a estar entre los mejores durante este siglo XXI que ahora empieza, no vamos a llegar a ningún lado con liderazgos en negativo, sin saber trabajar –de veras- en equipo y sin saber crear los sistemas de incentivos correctos. Suponen un freno importantísimo a la innovación y a la calidad, dos requisitos imprescindibles para jugar y para permanecer en primera división.
[1] http://www.eurofound.eu.int/areas/qualityoflife/eqls.htm

[2] Job Satisfaction in Europe,Namkee Ahn and Juan Ramón García.FEDEA (Madrid)