dimarts, 13 de març del 2007

Naciones ¿Más Unidas?

Columna publicada a Expansión



Me permito un pequeño experimento doméstico en una cena entre amigos, para ver que nombres suenan: “¿Kofi Annan? Sí ¿Boutros Boutros-Ghali? También ¿Rodrigo Rato? Sí, claro ¿Paul Wolfowitz? Más o menos ¿Ban ki-moon? ¿Ban Ki qué???

Que el nombre del secretario general de Naciones Unidas no suene nada familiar tiene que ver, seguro, con su reciente nombramiento, en Enero pasado. Pero nombramientos igual de recientes y alejados de nuestras fronteras como el de Hugo Chávez o de futuribles como Obama, Giuliani o Ségolène son harto conocidos. ¿Por qué no el de Ban Ki-Moon?

Frente al desconocimiento se abren dos tipos de sospechas: la de la ineficacia y la de la irrelevancia.

Sobre la ineficacia: resulta lícito y casi obvio preguntarse qué están haciendo las Naciones Unidas frente a los problemas más acuciantes de la agenda internacional; léase Irak, el conflicto Palestino, Darfur o el genocidio en África en general, las amenazas nucleares de Irán y Corea del Norte o el calentamiento global. Lo fácil es afirmar que no mucho, puesto que todos estos conflictos siguen abiertos, pero lo correcto –como siempre- es más complejo. La ONU ni soluciona ni puede solucionar los problemas pero sí hace su trabajo: inspecciones sobre armamento, estudios rigurosos sobre el calentamiento global, 100.000 cascos azules repartidos en 18 misiones y, lo más importante, se calcula que unos 30 millones de personas viven de las ayudas humanitarias de programas de naciones unidas.

Si la ineficacia no es argumento suficiente deberíamos concentrarnos en la irrelevancia y sospechar que la falta de autoridad de Naciones Unidas es una consecuencia más del unilateralismo practicado en los últimos años por Estados Unidos, junto con la falta de las otras regiones mundiales (Europa y Asia) de tener la voluntad política de jugar un rol global en todas sus dimensiones.

La solución no pasa seguramente por la reforma a fondo de la ONU, que ya intentó Kofi Annan y que siempre se topará con la negativa de perder poder de los cinco miembros permanentes del consejo de seguridad. Miembros, recordemos, con poder de veto.

Pero igual sí que pasa por darnos cuenta que la ONU continua siendo el mejor instrumento de gobernabilidad global que tenemos todos. En un momento como el actual, con un probable cambio de estrategia internacional por parte de Estados Unidos (reforzado si los demócratas vuelven a la Casa Blanca) y una toma de consciencia del mundo desarrollado de que los problemas a escala global no son tipo guerra fría, ‘de unos contra otros’, sino que nos afectan a todos por igual (como es el caso del terrorismo) es en el interés de unos y de otros volver a mirar a la ONU como una política útil y necesaria, volver a ponerla en agenda, hacer que Ban Ki-moon ocupe las portadas de la prensa local. Hacer que nuestras naciones estén, en definitiva, más unidas para que sean individualmente más fuertes.